AUTOESTIMA EN NIÑOS: ¿CÓMO FOMENTAR SU DESARROLLO?
Los elogios utilizados adecuadamente pueden convertirse en un arma muy poderosa para fomentar la autoestima de los más pequeños. Un niño que es elogiado de la forma correcta, se sentirá valorado y aprenderá a conseguir aquello que se proponga. En cambio, sobreproteger y alabar continuamente a los hijos puede generar justo, el efecto contrario. ¿Cómo debemos elogiar los logros de nuestros hijos para fomentar su autoestima y seguridad?
            La autoestima es la forma en la que nos valoramos y apreciamos a nosotros mismos y si nos sentimos capaces o no de afrontar las adversidades. Las muestras de autoestima comienzan a percibirse desde etapas muy tempranas. Una buena autoestima va a prevenir una serie de dificultades emocionales en la vida futura del niño. Por lo tanto, es vital, cultivarla desde los primeros años de nuestros hijos.
            Formas de elogiar a los niños para fomentar su autoestima:
  • Fomentar su independencia. Para poder elogiarlos, es necesario permitir que sean independientes, asuman riesgos, hagan cosas por sí mismos, tomen decisiones y que aprendan que sus acciones tienen consecuencias y se responsabilicen de éstas.
  • Elogia el proceso y el esfuerzo, no sólo el resultado. De esta manera, se estará fomentando el esfuerzo y el trabajo, no sólo el resultado, ya que éste a veces está fuera de nuestro control.
  • Hacer elogios concretos. Si el elogio es general como “bien hecho”, el niño no sabrá a qué se refiere el adulto. No aporta nada de información y no ayudará al niño a mejorar.
  • Evitar los elogios de manera excesiva. Los elogios constantes pueden perjudicar la autoestima de los niños. Si se habitúan a recibir alabanzas por todo, se corre el riesgo de que sean dependientes de éstas. De esta forma, harán todo buscando el elogio de los demás y se sentirán mal cuando no lo reciban. Un exceso de elogios puede provocar que piensen que son perfectos o que tienen que ser perfectos todo el tiempo. Nada de esto es deseable.
  • Observa más y elogia menos. Los niños se acostumbran al elogio y lo esperan, cada vez en dosis mayores y se comportan de tal manera que lo esperan todo el tiempo.
  • Que el tono acompañe al elogio. Si el tono de voz no coincide con lo que estamos diciendo, haremos más caso al tono que a las palabras. Si un niño no ve congruencia entre los dos elementos, sabrá que el adulto no está siendo sincero y puede interpretarlo como una mentira. Esto puede dañar su autoestima, se debe ser cuidadoso en qué se dice y cómo se dice.
 
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Psic. Diana Cruz.