La etapa de la infancia es maravillosa. Sin embargo, con lleva muchos cambios, pues los niños tienen que ir integrando en poco tiempo las bases de su vida adulta. Este proceso en su desarrollo no se refiere únicamente a aspectos instrumentales y académicos. Un factor necesario para el adecuado desarrollo del niño y en parte decisivo en la conformación de su personalidad es el apego. Éste se refiere al vínculo específico y especial que se forma entre la madre o cuidador primario y el niño.
El apego consta de tres elementos clave:
El apego consta de tres elementos clave:
- Es una relación emocional perdurable con una persona en específico.
- Es una relación que produce seguridad, tranquilidad, agrado y placer. La seguridad que experimenta al sentirse cerca de sus figuras de apego genera que se sienta aceptado sin condiciones y protegido.
- La pérdida o amenaza de perder a la figura materna genera una intensa ansiedad en el niño.
La relación más importante en la vida del niño es el apego a su madre o a su cuidador primario. Esto se debe a que esta primera relación determina el “molde” o desarrollo biológico y emocional del niño de sus futuras relaciones. La conformación de un vínculo saludable con la figura materna, construido de experiencias agradables y repetitivas, provee la base para que el niño pueda establecer futuras relaciones saludables con los demás. Asimismo, la pareja, es decir, la relación entre la madre y el padre es un elemento básico para satisfacer las necesidades del pequeño y contribuye de manera importante en el desarrollo del apego. Esto le brinda la seguridad y la confianza necesarias para explorar el entorno. Más adelante, cuando el vínculo con su mamá esté consolidado, alrededor del año, podrá establecer relaciones de apego con otros miembros de la familia como los hermanos, los abuelos y los bisabuelos o según el contexto del sistema familiar.
El vínculo de cercanía entre el niño y la madre se ve influido por los diferentes sistemas familiares que se encuentran próximos a este vínculo como la familia de origen (abuelos y bisabuelos si los hay) y la familia extensa (tíos y primos) así como por los roles que tiene cada uno al interior de la familia. De esta forma, el niño tiene varias figuras de apego que se mantienen a lo largo de la vida.
¿Cómo evoluciona el apego?
El vínculo entre el pequeño y sus padres está determinado en función de la edad y de las necesidades que se deban satisfacer en cada etapa de su desarrollo:
El vínculo de cercanía entre el niño y la madre se ve influido por los diferentes sistemas familiares que se encuentran próximos a este vínculo como la familia de origen (abuelos y bisabuelos si los hay) y la familia extensa (tíos y primos) así como por los roles que tiene cada uno al interior de la familia. De esta forma, el niño tiene varias figuras de apego que se mantienen a lo largo de la vida.
¿Cómo evoluciona el apego?
El vínculo entre el pequeño y sus padres está determinado en función de la edad y de las necesidades que se deban satisfacer en cada etapa de su desarrollo:
- Al nacimiento. El bebé prefiere los estímulos sociales como el rostro, la voz y calor de su mamá. No reconoce a las personas como ellas mismas pero identifica una parte de los estímulos dados como la postura de su mamá cuando lo alimenta, su manera de cargarlo y de mecerlo, etc.
- Entre los 3 y 5 meses de edad. El bebé muestra preferencia por la interacción con los adultos que lo cuidan. Comienza a identificar a las personas que lo cuidan. Inicia la diferenciación con las figuras de apego.
- A los 6 meses. Se observa la formación de reacciones muy específicas en el bebé como el apego, afiliación, exploración, angustia de separación y miedo al extraño. Es evidente la preferencia del pequeño por las figuras de apego y el rechazo por los extraños. La madre es la base primordial para explorar el mundo externo (físico y social).
- Primer año de vida. Una vez consolidado el apego, el niño adquiere cierta autonomía de sus padres o figuras de apego debido a la desarrollo de las habilidades locomotoras, verbales e intelectuales.
- De los 4 a los 6 años (edad preescolar). En situaciones armoniosas, el niño establece buenas relaciones con las personas que lo cuidan, con éstas experimenta una sensación de seguridad debido a una imagen parental eficaz y tranquilizadora “mis padres me aman, me aceptan, saben cómo protegerme y me comprenden”. Es importante mencionar que el pequeño puede tener dichas sensaciones sólo si se ha conformado un apego seguro con la madre. A partir de esto, el niño acepta sin oposición al sistema de normas y valores de sus padres, lo cual es de gran trascendencia en la etapa preescolar. Esto constituye la base de su adaptación y apego a los lineamientos de su ambiente.
- Edad escolar. El niño mantiene como figuras de apego a sus padres y, como figuras secundarias a sus hermanos. Es una etapa de cambios lentos pero continuos: un contacto físico menos cercano y permanente y la exploración de su ambiente sin la presencia física de sus padres. No obstante, cuando el niño se siente vulnerable se reactiva el apego semejante al de un niño pequeño.
- Durante la adolescencia. Las relaciones con los padres son importantes, éstos se muestran incondicionales y disponibles, lo que refuerza la seguridad en el adolescente. No obstante, la crisis en esta etapa radica en que exige una mayor autonomía a sus padres, lo que puede resolverse con tranquilidad o en medio del conflicto.
- El adulto joven. Una primera etapa de la vida adulta es establecer una relación de pareja, lo que da inicio a un nuevo ciclo familiar. Con ello se produce una adaptación a nuevos roles, a nuevas tareas y a otras formas de relaciones con el sistema familiar de sus padres y de sus suegros.
La estabilidad del apego es importante en función de la edad.
El niño en la etapa preescolar ha formado un vínculo seguro en su primer año de vida cuando en la escuela asimila sin dificultad la separación de su familia cuando:
- Puede relacionarse con sus pares y con el adulto (morá) expresando su afecto y su mundo interno emocional sin temores.
- Habla de las experiencias vividas en los diferentes medios sociales en los que se desenvuelve.
- Adopta conductas relajadas social e individualmente.
- Deja de lado las conductas agresivas y el aislamiento y hace uso del egocentrismo propio de esta edad.
- No espera con ansiedad a sus padres mientras se encuentra en la escuela.
- Cuando utiliza el espacio del salón y se mueve con soltura por el resto de la escuela.
Uno de los objetivos de los centros educativos, es que el pequeño sea feliz. Si el período de adaptación es el adecuado y no le genera un excesivo sufrimiento, la separación de sus figuras de apego le ayudará a empezar con alegría la etapa escolar.
Si tienes dudas o requieres apoyo puedes acercarte al área de psicología: diana_cruzandrade@hotmail.com
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Psic. Diana Cruz.