El estrés puede afectar a cualquier persona que se sienta presionada o agobiada. El estrés en los niño@s difiere de los síntomas que presentan los adultos debido a la maduración cognitiva, emocional y conductual existente entre mayores y pequeños. De hecho, la etapa de desarrollo es otro factor importante, pues se manifiesta de manera distinta en los más pequeños. Algunas de las señales de estrés en los niños y niñas pueden ser dificultades para dormir, cambios de apetito (comer poco o demasiado), bajo rendimiento escolar, incremento exagerado o disminución de la actividad física, cansancio, fatiga, problema para interactuar con sus pares, tristeza y, especialmente, irritabilidad. Esto síntomas combinados con situaciones de cambios pueden desembocar en un serio cuadro de estrés. Cuando son muy pequeños pueden manifestar sus sensaciones a través de la irritabilidad continua, llantos y deseos de estar siempre en los brazos o pérdida de apetito. A veces aparecen pesadillas o miedos evolutivos exacerbados (a la oscuridad, personajes disfrazados) o ansiedad de separación. La tartamudez o dificultades en el habla, retrocesos a comportamientos demasiado infantiles para la edad (como enuresis o succión del dedo pulgar) son signos de alerta. |
A medida que van creciendo se muestran más irritables o aparece el llanto sin motivación alguna. Si el estrés continúa, se muestran más agresivos de los habitual con comportamientos para llamar la atención y quejas de dolores o de molestias físicas. Es importante identificar cuándo, dónde y cómo se producen los acontecimientos estresantes. Cuando son más pequeños están relacionados con situaciones que están sucediendo en la familia o en la escuela. En cambio, durante la preadolescencia y adolescencia existe una mayor predisposición debido al cambio en las relaciones personales. Familia. El nacimiento de un hermano, divorcio de la pareja, fallecimiento de abuelos o de familiares queridos, cambios de domicilio o dificultades en la situación laboral de los padres. Escuela. No aceptación de los iguales, acoso o molestia de otros, cambiarse de colegio, exceso de demandas escolares, malas notas o problemas con los maestros. Salud. El dolor y la enfermedad constituyen las principales fuentes de estrés para los niños y niñas. La hospitalización por enfermedad es considerada como el factor de estrés más relevante en la población infantil. Para prevenir o reducir el estrés en los más pequeños, es necesario que los padres nos mostremos como ejemplo para nuestros hijos gestionando adecuadamente nuestros estados de ansiedad y período de estrés delante de ellos. Psic. Diana Cruz Si tienes duda o requieres apoyo, puedes acercarte al área de psicología: diana_cruzandrade@hotmail.com |