Los trastornos del sueño son muy frecuentes en niños y adolescentes. Entre el 25% y el 84% tienden a persistir en la infancia temprana durante un período que puede alcanzar los tres años. El sueño es un estado fisiológico activo cuya ausencia o alteración produce efectos adversos significativos. La falta de sueño o la mala calidad de éste en el niño repercute en el rendimiento escolar y en el estado de humor y, la alteración crónica puede tener también repercusiones físicas, por lo cual es importante establecer una rutina diaria de sueño y, de no ser así, es importante diagnosticar el trastorno a tiempo. Los trastornos del sueño en niños y adolescentes son distintos de los que aparecen en adultos. Algunos son específicos de la infancia, mientras que otros ocurren a lo largo del sueño. En adolescentes es común que aparezcan patrones irregulares del sueño o sueño insuficiente debido a la adquisición de hábitos inadecuados durante la etapa escolar. Las necesidades del sueño varían a lo largo del desarrollo. Por ello, es importante que los padres conozcan la cantidad de sueño normal en función de la edad del niño, ya que en ocasiones las expectativas de sueño que consideran los padres difieren de las necesidades reales.
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Trastornos más frecuentes en los niños: -Apnea obstructiva. Son episodios repetidos de obstrucción de las vías respiratorias superiores. -Trastorno ambiental del sueño. Es una alteración del sueño producida por un factor del entorno como ruido, luz, temperatura, etc, que lo impide o lo dificulta. -Trastorno del establecimiento de límites. Alteración del sueño en la que el niño rechaza irse a la cama en el momento adecuado, pues el cuidador falla en la manera de inducir al niño a hacerlo. -Trastorno de las asociaciones al inicio del sueño. El sueño se altera por la ausencia de un objeto o circunstancias que el niño asocia con el inicio del sueño. El problema se agudiza cuando se asocia el inicio del sueño con la presencia del adulto. -Sonambulismo. Conducta compleja que incluye generalmente caminar. Es más prevalente entre los 4 a 8 años y el curso suele ser benigno. -Terrores nocturnos. Despertar brusco acompañado de grito y síntomas vegetativos y conductuales de miedo intenso. El niño no recuerda nada. -Somniloquia. Emisión de palabras o sonidos durante el sueño sin conciencia. -Pesadillas. Sueños que producen una sensación de miedo al niño que generalmente lo despiertan. -Enuresis. Micción involuntaria durante el sueño que persiste más allá de una edad en la que hay madurez para controlarlo (5 años). Medidas de “higiene” para establecer una rutina de sueño y favorecer la calidad de éste:
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